Durante mi infancia pensaba que hacer arte era copiar la realidad lo mejor posible. Me maravillaba como los artistas se podían convertir en unas verdaderas máquinas fotográficas.
En mi adolescencia estudié historia del arte y puede conocer distintos estilos y épocas. No había que ser una máquina fotocopiadora, pero había que tener un talento otorgado por alguna divinidad y una imaginación inconmensurable.
Ahora en mi vida adulta por fin he podido comprender que mis apreciaciones estaban sesgadas. El arte es una expresión de nuestro mundo interior, por ende, no está reservado a semidioses. Cada uno de nosotros puede hacer arte cuando sea, dónde sea y con lo que sea.
El objetivo primordial de la creación artística no es probar que tenemos la mejor técnica, ni las ideas más vanguardistas. Tiene que ver con explorar nuestro interior y dejar fluir nuestras emociones. Ya sea vibrar de alegría o temblar de miedo, la riqueza que se encuentra en cada uno de nosotros es única e irrepetible como nuestras huellas dactilares.
No deseo hacer arte para los otros, solo busco un medio de expresión y pasar un buen momento. ¿Tú qué opinas?
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